Qué difícil se hace escribir sobre lo que es trabajar con mi esposo Jhon, aún más, después de que él ya se tomó su tiempo para escribir y, como yo siempre se lo recalco, él lo hace mil veces mejor. Si usted está leyendo este texto, debe saber que primero pasó por manos de Jhon, porque él casi siempre tiene alguna corrección para hacerme y de ahí siempre mi interés por compartir primero las cosas con él, así me siento más segura.
A Jhon siempre lo he admirado. Desde que nos conocimos me ha mostrado lo luchador y soñador que es. Recuerdo mucho las charlas que siempre teníamos en donde él me contaba todo lo que deseaba lograr y que ahora muchas de esas cosas se han hecho realidad. En cuanto a nuestro trabajo, no puedo negar que él ha sido quien ha impulsado nuestro proyecto, creo que sin el empujoncito que él me dio nuestra empresa no existiría.
Si bien los dos compartíamos esta pasión de la fotografía, como él lo contó, yo siempre he sido más nerviosa y pienso mucho para hacer las cosas. Por el contrario, él siempre me está impulsando, está pensando en nuevas cosas y tratando de convencerme siempre para poner en práctica sus locas ideas.
Al inicio Jhon pierde la paciencia porque cada que me cuenta algo que desea poner en marcha para nuestra empresa, yo lo debo pensar. Incluso han llegado a pasar días para que yo le dé un SÍ como respuesta, un SÍ que llega primero cargado de dudas y temores, pero que, en medio de una larga charla, logra convencerme.
Él siempre está pensando en nuestro proyecto, no le importa cuántas horas tenga que dejar de dormir con tal de poner en marcha el trabajo. No le importa si tiene que madrugar todos los días para que el tiempo le rinda más y pueda editar, investigar o escribir, antes de que los niños y yo nos levantemos. Y luego, durante todo el día, está pensando y preguntándome cosas del trabajo: "¿qué fotos faltan por revelar?, ¿Qué fotos vamos a publicar?, ¿sobre qué escribimos?, ¿dónde hacemos esta sesión?" En fin, todo el tiempo está pensando en trabajo, claro está que sin dejar a un lado el tiempo que compartimos y disfrutamos como familia.
Yo siempre le he dicho que él tiene un don especial con esto de la fotografía y que las ideas técnicas siempre le fluyen más por el artista que lleva dentro. Por eso, él siempre es el encargado de manejar la iluminación en las sesiones. Muy pocas veces recibe una instrucción mía a la hora de iluminar, porque él sabe muy bien donde debe ubicar la luz dependiendo desde donde esté yo con la cámara. Por el contrario, él moriría loco tratando de que yo coordine la luz de la manera correcta.
Jhon tiene toda mi confianza, porque estoy plenamente convencida de todo lo que sabe y ha aprendido en este caminar. De ahí que yo tenga toda la confianza en que él vaya a trabajar solo a un evento que, por cierto, yo muero de miedo cuando estoy sin él. Sencillamente con solo tenerlo cerca me siento completamente segura de lo que estoy haciendo y convencida de que lo estamos haciendo bien.
Y sí, él también es mi polo a tierra, porque como les contaba, la seguridad que él me brinda es tan enorme que logra sacar lo mejor de mí. Con él he aprendido más de lo que un día me hubiese imaginado. Él es mi motor, mi impulso a seguir día a día dando lo mejor de mí, para él, nuestros hijos y nuestra empresa.
En definitiva, trabajar con Jhon en casa es lo mejor que me ha podido pasar, porque tengo a mi lado un papá y esposo presente en todo momento. Él no sólo trabaja en fotografía, también lo hace en todos los quehaceres del hogar y hace que la carga sea más llevadera. Porque si bien yo interrumpo mis noches de sueño para alimentar o calmar a Rafa, él debe acudir a los muchos llamados que Josué le hace en la noche para que lo acompañe a dormir y aun así madruga con toda la actitud, lleva a Josué al colegio y regresa a casa, primero a hacer las cosas del hogar y después a seguir creando ideas desde el computador.