Los cambios culturales, los avances tecnológicos y el fácil acceso a este, ha cambiado la actual concepción de la fotografía. Hoy muchas personas tienen una cámara en su celular y están tomando fotos todo el tiempo, las redes sociales cada vez permiten compartir de manera más fácil fotografías personales, editarlas con filtros y hasta imprimirlas. Sin embargo, las cámaras fotográficas y los fotógrafos no hemos muerto y seguimos buscando nuestro espacio, un espacio que los mismos fotógrafos estamos destruyendo. Hoy queremos opinar sobre nuestro rol de fotógrafos y explicar por qué nuestra profesión no es un pasatiempo.
Nunca nos opondremos a que la fotografía sea un hobbie o pasatiempo para cualquier persona. De hecho, nos gusta que sea un arte que cualquier persona pueda explorar, valiéndose de las tendencias tecnológicas, ya sea de las múltiples cámaras de smartphones o de una cámara semiprofesional. Nos encanta ver en redes sociales los viajes, las comidas y los paisajes que nuestros amigos comparten. Tampoco rechazamos al que recién compró una cámara y se quiere tomar el trabajo en serio. El punto es cómo en la sociedad la fotografía social se ha reducido a entenderse como un pasatiempo.
Ese malentendido lo describiremos desde nuestra experiencia en la región donde más trabajamos, el oriente antioqueño, y creemos que muchos colegas estarán de acuerdo. Posicionarse como fotógrafo social en este contexto ha sido una tarea difícil, aún más cuando hemos querido cambiar la concepción de la fotografía con la intención de evolucionarla. Aprendimos que muchos cambios se logran cuando se adaptan ideas que han funcionado en otros lugares y a otras personas y siempre hemos querido expandir la industria de esta manera, pero entre muchas dificultades que mencionaremos después, nos encontramos con que al fotógrafo social no se toma en serio.
Un pasatiempo es una actividad para pasar el rato. Sin el ánimo de ofender, colegas o clientes nos han preguntado que aparte de la fotografía de qué actividad vivimos. La respetuosa respuesta siempre será la misma, pero la reflexión que nos hacemos siempre será más profunda: no nos toman en serio y, nosotros los fotógrafos, no nos estamos tomando la fotografía social tan seria como merece. De ahí que solamos escuchar de los clientes: “yo las tomo con el celular”, “mi primo tiene una cámara que toma fotos lindas”, “el otro las toma igual y más barato”; o de los fotógrafos: “le hago lo mismo más barato”, o que denigremos el trabajo del otro.
Varios fotógrafos referentes del país hacen un esfuerzo grande por posicionar la industria de la fotografía colombiana y se preocupan por dar acceso a formación por medio de la visita de fotógrafos extranjeros que nos ayuden a formalizar nuestra labor. Ha sido la misma formación y referencia la que nos motiva a aportar un grano de arena en nuestra región. Formarnos no es de aprender trucos, ni de copiar técnicas, ni de aprender a vender; formarnos es de ser reflexivos y entender la realidad de la fotografía y cómo podemos aportar al cambio. Esa misma motivación es la que nos hace querer ser mejores cada día y mostrar un negocio serio.
Creemos que quien trabaja en serio, lo toman en serio. Esta afirmación cuesta mucho y hay que trabajar diario incansablemente para lograrlo, porque los cambios requieren trabajo y tiempo. Se necesita trabajar en nuestra propia empresa y se necesita trabajar en sociedad para ser coherentes con los cambios, y se necesita tiempo para adaptar las nuevas propuestas. Por eso concluimos que, para cambiar una mentalidad en la sociedad, debemos empezar por nosotros (los fotógrafos) mismos, nuestras propias empresas, nuestra fotografía y cómo la presentamos a los clientes. Queremos un cambio proponiendo a los colegas de la región que reconsideremos la formalidad de la fotografía social, que compitamos leal y limpiamente sin atropellar a otros, que vendamos la fotografía como realmente vale y que agrandemos la industria. De esa manera los clientes no encontrarán más “fotógrafos de hobbie”, ni contratarán al primo con cámara, ni se conformarán con fotografías aficionadas, ni pedirán fotomontajes del pasado, ni regatearán precios…
La fotografía no es nuestro pasatiempo, sino que es nuestro trabajo y nuestra pasión. Sí se nos pasa el tiempo y sí nos divertimos mucho fotografiando, pero más que entretenernos, se ha convertido en nuestro proyecto personal, nuestra empresa familiar y seguimos soñando y luchando por ella. Amamos lo que hacemos y entregamos cada día el alma y el corazón para ser mejores y entregar los mejores recuerdos a nuestros clientes.
Hoy 20 de febrero es el día del fotógrafo y qué mejor día para reflexionar sobre nuestra labor. Feliz día a los colegas que nos leen y gracias por apoyarnos.
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