06/04/2020 às 22:17 Historias

Una boda con nuestro hijo de pajecito

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Recientemente compartimos la hermosa boda de Paula y Diego. Ya era una boda muy especial para nosotros porque habíamos trabajado muchas ocasiones para la familia de Paula y nos hemos hecho amigos cercanos a ellos, pero se volvió aún más especial cuando ellos quisieron que Josué, nuestro hijo mayor, fuera parte del cortejo como pajecito. Para nosotros fue un honor, aunque nos preocupaba cómo se comportaría, porque Josué podía mostrarse tímido o inquieto, o quizá no dejarnos trabajar. Josué nos tapó la boca y enamoró a todos. En esta corta entrada a nuestro blog, queremos contar cómo fue trabajar con nuestro hijo de pajecito.

Parece una locura nosotros dos estar de fotógrafos con nuestro niño de 3 años al lado en su rol de pajecito. Nosotros comentábamos imaginando que nos llamaría todo el tiempo, se iría de su puesto, se acercaría a nosotros o se asustaría. No quisimos estresarlo con el tema, sino que dos días antes de la boda le contamos lo que haríamos, le explicamos cuáles serían sus funciones y le aseguramos que estaría con nosotros todo el tiempo, además de su abuelita al cuidado y su tía de asistente de papá y mamá. En su silencio solo afirmaba y nos daba mucha confianza.

Superada la preparación con Josué, nos inquietaba pensar cómo reaccionaríamos nosotros ante una posible distracción o si Josué se llevaría nuestras miradas por encima de los novios, pero teníamos muy claro para quiénes trabajábamos y quiénes eran los protagonistas… aunque confesamos que tomamos muchas fotos de él.

En los preparativos de los novios él ya se sentía importante viéndose vestido, aunque inicialmente tímido. Conoció a su compañera pajecita Arihana y viéndola a ella tomó más confianza. Él estaba enfocado en que tenía que llevar los anillos de los novios con toda la actitud, pero en su timidez solo fingía la sonrisa. Cuando llegó al templo con la novia, nosotros estábamos enamorados viéndolo en su papel, pero no perdíamos de vista lo importante.

Adelante en el altar, Josué nos miraba, se sonreía, nos saludaba con la mano y nos tiraba besos. A ratos era serio mirándonos trabajar, como si comprendiera ya para dónde van papá y mamá cada fin de semana; nos mostraba que el padre mojó sus manos y sus piernas con agua al bendecir los anillos; y al rato nos llamaba para preguntarnos que si la misa ya iba a terminarse.

Trabajar a su lado fue un reto para nosotros. Más que cuidarlo y evitar distraernos, el reto era no perder de vista nuestro lado profesional y centrarnos en los novios que tenían el protagonismo y por quienes estábamos ahí. Y queremos terminar aclarando, a modo de broma, que el servicio de pajecito no está incluido en nuestros planes de bodas.

06 Abr 2020

Una boda con nuestro hijo de pajecito

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