Pretender describir brevemente lo que es trabajar con Gisela es una tarea difícil, más aún cuando evito escribir una carta de amor. Queriendo ser objetivo, me lanzo a contar lo que es trabajar con ella, mi esposa, viéndola como mi fotógrafa compañera. Diferentes opiniones y comentarios podrían definirla a ella desde su familia, amigos o clientes, pero esta descripción tiende a ser particular por el rol de quien escribe.
Nueve años y medio junto a ella han bastado para conocerla en diferentes aspectos: de amiga, de novia, de esposa, de mamá… ha sido bonito ser testigo de su evolución y desarrollo personal, así como de sus sacrificios y esfuerzos; ha sido un honor ver su crecimiento y una bendición construir una familia con ella. Pero enfocándome en ella y nuestra empresa familiar, he sido afortunado de compartir con ella un mismo gusto por la fotografía, a pesar de tener tantos gustos tan opuestos. Y ese gusto que de novios tanto disfrutamos, ha sido nuestro regalo del cielo del que hoy nos gustamos y nos enorgullecemos, porque lo hemos construido juntos con mucho esfuerzo. Es que he entendido el matrimonio como un compartir todo y recalco lo afortunados que hemos sido de poder compartir el trabajo, incluso. Y de ahí que muchos se pregunten, se imaginen y se atemoricen de lo que sería trabajar con la pareja. Entonces, ¿qué es trabajar con Gisela?
“La mona”, como la llamo, es mi polo a tierra. En la casa o en el trabajo, cumple la tarea de aterrizarme; nunca corta mis alas, sino que planea mi vuelo y me ayuda a llegar y lograr lo que me propongo personalmente. En fotografía es mi polo a tierra y siempre evita que al negocio caiga una descarga eléctrica. Siempre he admirado y envidiado su paciencia, no solo con los clientes o las situaciones, sino su paciencia para esperar los tiempos perfectos. La misma paciencia que a veces me impacienta y que solo ella sabe controlar.
Pero, así como calma mis emociones, también las alborota. A veces me siento papá de dos niños y una niña mayor a quien más regañar. En un evento ella se gana dos o tres regaños de mi parte a causa de algún detalle técnico específico. Y no es un regaño grosero ni personal, sino un llamado de atención que ella siempre acepta de buena manera, porque nadie más que ella sabe lo exigente que soy en el más mínimo detalle. Nuestro matrimonio es un constante corregirnos y nuestra empresa es un reflejo de eso, de crecer como profesionales para un bien común.
Aunque muchas veces yo tomo la batuta del oficio y ella se entrega a mi dirección, recalco su buena capacidad para dirigir la obra. Para que una melodía sea una gran obra, se necesita un gran equipo. La mona siempre entrega lo mejor por tener una impecable administración de las ventas mientras que yo detesto las cuentas. No por nada ella es santuariana y de familia comerciante y de ahí su habilidad para conversar y vender. Y la misma habilidad no solo le ayuda a vender, sino que genera confianza a los clientes para que se desahoguen con ella. Incluso le he dicho que parece psicóloga porque puede escuchar a una misma persona por horas.
Trabajar con Gisela es tener el mejor respaldo para todo. Generalmente estoy proponiéndole nuevas ideas e inversiones para el negocio y ella generalmente acepta confiada en que quiero lo mejor. Como en el matrimonio hemos acrecentado y ganado la confianza, en el trabajo lo hemos logrado también. Y, aunque ella es muy nerviosa y desconfiada al inicio, siempre confío en que hará las cosas de la mejor manera, porque esa misma desconfianza y nerviosismo siempre los enfrenta y los supera.
Trabajar juntos implica tener un único ingreso económico, pues, así como compartimos la cama y la casa, compartimos el dinero y no se nos dificulta. Nos hemos ahorrado dolores de cabeza por pensar en porcentajes de aporte al hogar o en cuentas personales, porque nuestro único interés es el hogar. Y, aunque ha costado, hemos aprendido a respetar y apoyar los gustos personales haciéndolos importantes para los dos.
Así como los gustos personales, también aprendimos a respetar las habilidades de cada uno y cómo aportarlas a la empresa. Mientras ella es extrovertida y yo introvertido, nos valemos de eso para separar tareas que, aunque diferentes, siempre apoyamos juntos. Ella, por ejemplo, siempre toma la vocería con los clientes y las ventas; es excelente y paciente con la dirección de fotografías y con la organización de fotos grupales; es tierna, cariñosa y paciente con los niños que fotografía; tiene una habilidad cómica para romper el hielo en situaciones tensas; y es arriesgada cuando está inspirada. La mayoría de nuestros clientes se conectan fácilmente con nosotros, especialmente con ella, y ganan una confianza increíble.
De la misma manera, hay unas tuercas que constantemente hay que apretarle. Ella se ríe porque le recalco que habla mucho o que se distrae fácil; así como repetitivamente debo insistirle en soltar el celular; pero esas mínimas situaciones no crecen porque ella lo toma con humor y con humildad. Esta última cualidad debo resaltarla siempre de ella, no porque sea sumisa, sino porque sabe reconocer sus errores y aceptar cuándo algo contribuye o no.
De las cosas que más amo de trabajar con mi mona, es que nunca me ha excluido de ninguna decisión. Tan simple como que ella siempre quiere mi aprobación de cualquier tema, por ejemplo, me muestra fotografías, pide mi opinión, pide ayuda con ideas cuando se siente poco inspirada, me consulta precios y propuestas, o pide revisión de trabajos para imprimir. He llegado a pensar que no debería consultarme tantas cosas, pero es de las cosas que más valoro que haga.
Finalmente, si quisiera mencionar la relación de fotógrafa con el rol de mamá o esposa, este texto triplicaría su extensión, pero quisiera concluirlo mencionando que Gisela es una mujer que no se cansa… miento, ella sí se cansa mucho y casi siempre quiere dormir, pero a pesar de eso trabaja y se esfuerza. Y cómo no cansarse cuando aún interrumpe su sueño en la noche para lactar a Rafael, cuando se acuesta tarde haciendo alguna cotización o diseñando un álbum, cuando madruga a alistar a Josué para el colegio, cuando ha tenido reuniones con clientes de hasta cuatro horas, cuando todo el día está respondiendo mensajes o enviando y recibiendo fotografías y cuando se emociona con una serie y se le pasan las horas. Mi mona es fotógrafa todo el día en microespacios, pero es esposa y mamá todo el tiempo y aun así no se muestra cansada. Trabajar con ella es como tener una inspiración siempre, es nunca extrañarla, es siempre tener a quien confiarle.